Dormía...,
dormía y soñaba que la vida no era más que alegría. Me desperté y vi que la
vida no era más que servir... y el servir era alegría.
La
verdadera amistad es como la fosforescencia, resplandece mejor cuando todo se
ha oscurecido.
Cada
criatura, al nacer, nos trae el mensaje de que Dios todavía no pierde la
esperanza en los hombres.
Si
por la noche lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver
las estrellas.
Llevo
dentro de mí mismo un peso agobiante: el peso de las riquezas que no he dado a
los demás.
La
patria no es la tierra. Sin embargo, los hombres que la tierra nutre son la
patria.
Como
un mar, alrededor de la soleada isla de la vida, la muerte canta noche y día su
canción sin fin.
El
amor es el significado ultimado de todo lo que nos rodea. No es un simple
sentimiento, es la verdad, es la alegría que está en el origen de toda
creación.
Un
entendimiento todo lógica es como un cuchillo de hoja sola, que hiera la mano
de su dueño.
¡He
perdido mi gotita de rocío!, dice la flor al cielo del amanecer, que ha perdido
todas sus estrellas.
Sobre
las olas de la vida, en el vocerío del viento y del agua, el pensamiento del
poeta está siempre flotando y bailando.
Convertid
un árbol en leña y podrá arder para vosotros; pero ya no producirá flores ni
frutos.
He
comprendido que la verdadera fe está en donde está el hombre y el amor. Viene
de la mujer en su abnegada maternidad y vuelve a ella en sus hijos, desciende
con el regalo del que da y se abre en el corazón del que acepta.
La
verdad levanta tormentas contra sí que desparraman su semilla a los cuatro
vientos.
No
hay más que una historia: La historia del hombre. Todas las historias
nacionales no son más que capítulos de la mayor.
A
veces nos dirigimos a Dios mendigando un poco de alegría y otras veces le
brindamos nuestra propia alegría. En tales momentos nos hallamos más cerca de
Él, porque no es nuestra necesidad, sino nuestra alegría lo que hacía él nos
empuja.
Agradezco
no ser una de las ruedas del poder, sino una de las criaturas que son
aplastadas por ellas.
Soy
como un camino en la noche, que escucha en silencio los pasos de sus recuerdos.
Y la
alegría está en todas partes, está en la verde cubierta de nuestro planeta, en
la azul serenidad del cielo, en la temeraria exuberancia de la primavera, en la
severa abstinencia del gris invierno, en la carne viva que anima nuestro
cuerpo, en el perfecto equilibrio de la figura humana, noble y bien parada, en
el vivir, en el ejercitar nuestros poderes, en el aprender, en el luchar el
mal. . . La alegría está en todas partes.